Obras de arte, robots e inteligencia artificial

Durante las últimas semanas, quienes usen TikTok asiduamente podrán confirmarlo, se han viralizado unos vídeos (en algunos casos con hasta 60 millones de reproducciones). Esto no debería parecer extraño teniendo en cuenta que cada día cientos de tiktoks se vuelven virales, sin embargo, en este caso la protagonista del vídeo es nada más y nada menos que una obra de arte. ¿Y cómo en una plataforma donde la media de edad no llega a los 20 años se puede haber viralizado una obra de arte?, te preguntarás, pues bien, porque un robot encerrado en una jaula de cristal tratando de limpiar lo que parece sangre no es una obra de arte cualquiera.

El brazo robótico que causa furor en TikTok fue creado hace 6 años.

El Guggenheim de Nueva York acoge desde el 2016 la obra Can't help myself (No me puedo ayudar), y es que casi 6 años después, esta composición que rompe radicalmente con la tendencia sigue alucinando a todo aquel que la ve...y la logra entender. Sun Yuan y Peng Yu, creadores de la misma, tenían un principal objetivo: conseguir que el espectador empatizara con un simple brazo robótico, invitándole a la reflexión acerca del rumbo de la tecnología. Sin embargo, para lograr entender al completo la obra, es necesario estar durante horas observándola. En un primer momento, el robot parece limpiar sin problema el líquido viscoso que sale de su base, haciendo algunos movimientos enérgicos en el aire, denotando alegría; cuando el líquido empieza a salir más rápido y en una mayor cantidad, el robot acelera sus movimientos para tratar de limpiar el suelo; sin embargo, llega un punto en el que la cantidad de líquido es tal que se ve desbordado, por lo que, decepcionado, empieza a recoger el líquido más lentamente, eleva su brazo para observar el desastre, mancha las paredes y se muestra enfadado, incapaz de realizar la única tarea para la que ha sido, pues, finalmente, se ha dado cuenta de que su propia programación estaba destinada al fracaso...y no puede hacer nada para evitarlo.

Fase en la que podemos ver al robot "decepcionado".

Y sí, habrá muchos que empatizarán con el robot, pero algunos otros, conscientes del trasfondo de la obra, sentirán miedo. El hecho de que una máquina parezca que tome conciencia, el hecho de que al verla la relacionemos con un ser humano, da miedo. El cine de ciencia-ficción probablemente tenga parte de culpa en esta visión que, por lo general, tenemos acerca de los robots con aspecto o características humanas: solo hay que pensar cuantos humanoides de dos dimensiones, en vez de limitarse a realizar las tareas para las que habían sido programados, se han dedicado a aniquilar a todo aquel que se encuentran en su camino en lo que es una venganza perpetua contra el humano, su creador. Sin embargo, ¿hasta qué punto deberíamos temer a los futuros robots?

¿A quién le va a suscitar confianza un robot si solo nos acordamos de las películas?

Hay algo que está claro, el robot (al menos el que entendemos por robot tradicional) es robot porque, uno, es una máquina, y dos, está programado exclusivamente para la realización de tareas específicas. El robot es robot porque no piensa. No obstante, durante los últimos años no habrán sido pocas las veces que hayas visto o escuchado las siglas IA, y con la IA las cosas cambian. La inteligencia artificial, como su propio nombre indica, es el siguiente paso en el desarrollo de dispositivos, capaces de realizar tareas en base a su propio razonamiento lógico y experiencias (vamos a referirnos como inteligencia artificial solo a aquella tecnología que es capaz de "razonar" por sí misma). La inteligencia artificial se ha postulado como el futuro de la tecnología y ante ello pueden surgir muchas dudas, en especial de aquellos más escépticos. Y sí, las máquinas acabarán superando al ser humano en inteligencia, en inteligencia lógico-matemática, pero nosotros nos tenemos que enfocar en lo que nos diferencia como humanos. Nuestro cerebro es infinitamente más complejo de lo que probablemente cualquier chip electrónico va a poder llegar a ser jamás (como bien indica Nicholas Carr en Superficiales), por lo que, por mucho razonamiento que pueda adquirir la inteligencia artificial, esta nunca será capaz de tener sueños, anhelos o, simplemente, de ser sabias.

Los dispositivos como Google Home o Alexa son ejemplos de IA.

Jack Ma, fundador y presidente ejecutivo de Alibaba, recalcaba esta idea en la primera conferencia mundial de inteligencia artificial, celebrada en Shanghái: "Las máquinas no operan como nuestro cerebro, de la misma forma que los coches no se mueven como los humanos, con piernas. Tenemos que aceptar que nunca correremos más que un coche, y que las máquinas terminarán siendo más inteligentes que nosotros". Y si es verdad que no se puede conocer verdaderamente el impacto que tendrá la inteligencia artificial en un futuro, sí podemos afirmar que el principal objetivo de la misma será ayudar al humano, como cualquier tecnología, pero en este caso llevado al siguiente nivel. Nos va a permitir descubrir nuevas curas para enfermedades, aumentar la seguridad en la carretera con coches inteligentes que monitoricen la conducción del humano, e incluso avanzar en teorías científicas estancadas debido a las limitaciones del cerebro humano. Puede que existan reticentes al auge de las mismas, todos lo somos en algún sentido, en especial si miramos hacia nuestra ética, pero hay algo claro: las ventajas y los problemas que solucionará la inteligencia artificial bien valen darle una clara oportunidad.

Una vez más, EEUU es el país que más invierte, en este caso en IA, 
seguido muy de cerca por China y muy de lejos por los países de la europeos.

Cuando aparecieron por primera vez los aviones, el escéptico velaba por la seguridad del barco; cuando aparecieron por primera vez los smartphones, el escéptico velaba por la seguridad de los teléfonos móviles tradicionales; cuando se crearon las primeras vacunas del coronavirus, el escéptico (que lamentablemente los sigue habiendo) velaba por la seguridad de no ponérsela "por lo que pudiera pasar". El escéptico siempre se ha dedicado a ser escéptico, pero por suerte la evolución tecnológica humana deja de lado a la minoría escéptica y valora por encima de todo las ventajas que esta pueda suponer a la humanidad. Con la inteligencia artificial estamos viviendo un nuevo capítulo en el que el escéptico vuelve la vista a esas películas de hace 10 años en las que la máquina se revela contra su creador, pero los que verdaderamente creemos en la tecnología podemos estar tranquilos, que, en unos años, también el escéptico vivirá en una casa donde la puerta se abre sola al reconocerte y en la que el frigorífico realiza la compra automáticamente en tu supermercado favorito. No nos opongamos al cambio, hagamos que ocurra.

Desde Can't help myself, hasta domótica, la inteligencia artificial se posiciona como uno de los avances tecnológicos más importantes de la historia. En este análisis de la misma, que requiere realmente una mayor profundización (lamentablemente no contamos con el tiempo necesario) hemos visto cómo los pros claramente superan a los posibles contras; recibamos a la inteligencia artificial con los brazos abiertos, en un futuro lo agradeceremos.

Una vez más, gracias por leernos. Si tienes curiosidad por conocer más sobre Can't help myself clica aquí para un vídeo informativo sobre sus autores; y para más información aún, puedes comprar unos billetes de avión a Nueva York y presenciarlo personalmente. Volviendo al asunto, no duden en dejar su comentario y opinar sobre la tan temida inteligencia artificial. Nos vemos dentro de quince días :)



Comentarios

  1. Pues yo debo de encontrarme entre los escépticos, porque no lo veo claro. Por supuesto, acepto que la tecnología y, en concreto, la inteligencia artificial, va a ayudar en una infinidad de situaciones que no me voy a parar a enumerar, en todos los campos industriales, en seguridad, transporte, logística, eficiencia energética, sanidad... La cuestión no está en su uso, sino en la dependencia que (ya) podemos llegar a tener de la tecnología y de cómo la inteligencia artificial va a modificar (no necesariamente a mejor) nuestro comportamiento como especie.
    ¿Conoces la historia de la IA que pusieron en marcha en Google para que interactuara con las personas y aprendiera con ello, y tuvieron que desconectar porque había desarrollado razonamientos racistas? Realmente no sé hasta qué punto es cierta, ni si (probablemente) fue una respuesta provocada conscientemente. Pero a mí me preocupa más lo que no somos conscientes de que pueda estar ocurriendo en la IA, si el propósito para el que fueron creadas se pervierte sutil pero perceptiblemente, o los "efectos colaterales" que pueda conllevar. Pienso en esos algoritmos desarrollados (por personas) con el propósito de que veas información que te resulte interesante, y que se han convertido en un cuelgue o enganche a dicha información, que termina siendo sesgada siempre. No niego el progreso, pero creo que debemos ser prudentes y pararnos a pensar un poco en la ética y las consecuencias que va a conllevar el uso de las ya mencionadas inteligencias artificiales.

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