Xenotrasplantes, ingeniería genética y envejecimiento poblacional
David Bennet, un estadounidense de 57 años y enfermo cardiaco, se convirtió el pasado 7 de enero en la primera persona en recibir un trasplante de corazón... de un cerdo. Este nuevo hito para la medicina, llevado a cabo por médicos del Centro Médico de la Universidad de Maryland, abre las puertas a un nuevo mundo en el que los xenotrasplantes -así es cómo se define a los trasplantes de células, tejidos u órganos entre especie filogenéticamente diferentes- estén a la orden del día y permitan acabar con la escasez de órganos que, en el país norteamericano (y según la propia universidad), se cobra 6.000 vidas al año.
El nuevo corazón de Bennet, antes de ser trasplantado.
Para que los xenotrasplantes acaben siendo exitosos, la medicina tiene que recurrir necesariamente a la modificación genética. En el caso del trasplante de corazón porcino, del cerdo donante fueron suprimidos tres genes relacionados con el rechazo inmunológico del cuerpo humano a este órgano y, además, se insertaron en el genoma del animal seis genes humanos vinculados a la acepción inmune.
Desde medicamentos y terapias genéticas, hasta alimentación y medioambiente, la ingeniería genética está presente en muchos más aspectos de nuestra vida de los que creemos. La modificación genética, por ejemplo, ha permitido elevar la producción alimentaria hasta unos niveles nunca antes vistos, gracias a la adaptación artificial de animales y plantas a todo aquello que pueda suponer un riesgo para su vida (virus, bacterias, agentes climáticos...). Según la FAO (el organismo de la ONU que regula la alimentación y la agricultura), en 2018, el 78% de la soja, el 76% del algodón y el 32% del maíz consumido en el mundo, provenía de organismos transgénicos, lo que nos muestra las escalas que está alcanzando la modificación genética, especialmente en el ámbito de la alimentación.
Los cultivos transgénicos permiten, entre otros, aumentar la seguridad de los alimentos [regulados].
Ante esta nueva revolución de la ciencia, los organismos competentes han tomado considerables precauciones. En la Unión Europea, los productos transgénicos son sometidos a exhaustivas pruebas para comprobar la seguridad de los mismos. Además, algunas prácticas como la modificación genética en humanos y la clonación están duramente controlados por organizaciones internacionales como la OMS.
Si bien existen detractores de esta práctica -muchos de ellos alegan que no se puede "jugar a ser Dios"- la ingeniería genética está abriendo nuevas puertas que permitan crear un mundo tecnológicamente mucho más avanzado; prueba de ello es precisamente el trasplante de corazón con el que introdujimos esta entrada. Es cierto que deben existir unos límites que deben ser acatados a rajatabla por todos los científicos de esta materia, pero en ningún caso sería provechoso para la humanidad cerrarse en banda ante la inmensidad de posibilidades que ofrece la modificación genética por el hecho de que el ser humano no esté "naturalmente" diseñado para llevar a cabo estás prácticas. Esto no quita que, como ya dejó inmortalizado el Tío Ben en Spiderman, "un gran poder conlleve una gran responsabilidad", por lo que, conocedores de las repercusiones que algunas prácticas genéticas puedan llegar a tener, la minuciosa monitorización de las mismas tiene que ser un requisito básico para seguir avanzando en el tema.
No obstante, a raíz del avance tecnológico humano, y en concreto en el ámbito de la medicina (y, como hemos visto, de la ingeniería genética), se nos plantea una cuestión: ¿es realmente conveniente seguir evitando la muerte de millones de personas a las que les "ha llegado la hora? Me explico, desde la medicina nos empeñamos como especie en buscar nuevos tratamientos, nuevas curas a enfermedades y nuevos y más eficientes métodos para alargar nuestra vida, en especial aumentando nuestra esperanza de vida, pero esto, paradójicamente, puede traer unas consecuencias para las que no nos hemos preparado.
En España, la esperanza de vida al nacer se sitúa en poco más de 82 años, siendo uno de los países del mundo con más longevidad. Este hecho, sumado a la baja natalidad, está haciendo envejecer a la población de forma irremediable, lo que influirá en la economía de todo el país de forma negativa: un sistema de pensiones insostenible, menor índice de población activa y un mayor gasto en servicios sociales (más demandados por las personas mayores).
Según The World Economic Forum, España se posicionaría como el séptimo país del mundo en esperanza de vida al nacer.
Pero claro, cuál es la solución, ¿no atender las necesidades de los mayores?, ¿dejar de buscar tratamientos médicos, especialmente aquellos destinados a la tercera edad? Aparte de nada ético, los propios instintos humanos de supervivencia (querer alargar nuestra vida) y curiosidad (buscar solucionar lo imposible) impedirían acabar con este círculo vicioso. Realmente no hay buenas opciones, por lo que ningún político ni organización ha hecho (ni parece que vaya a hacer) nada para solucionarlo, a pesar de que el problema sea bien conocido por todos.
La propia evolución humana nos ha traído hasta donde estamos ahora; la propia evolución humana ha sido la causante de que un animal que hace mil millones de años se dedicaba a chocar piedras para producir fuego hoy sea capaz de trasplantar órganos animales a humanos; la propia evolución humana ha permitido que yo hoy conozca a mi bisabuela; dejemos que la propia evolución sea quien dirija a la humanidad hacia donde quiera que vaya, pues nosotros mismos, con el tiempo, iremos modificando la estructura de nuestra sociedad para adaptarnos a las circunstancias que nos han hecho estar donde estamos hoy, igual que como hemos hecho siempre.
Con esta conclusión un tanto existencialista me despido por hoy. Como siempre, muchas gracias por leernos, no olvides dejar tu comentario y hasta dentro de quince días :)
Muy interesante!! Gracias por escribir sobre esto.
ResponderEliminarMuy bien, Diego, interesante reflexión y conclusión. Repasa el párrafo 2-3 y 6 (algunas comas, tilde y comillas se te quedaron atrás). :)
ResponderEliminarMuy interesante reflexión. En cualquier caso, como siempre, tengo algunas observaciones:
ResponderEliminar-Yo le atribuiría la famosa frase del tío de Spider-Man al guionista o escritor del personaje, Stan Lee, más que a uno de sus personajes.
- La curiosidad es la madre de la Ciencia, hacer lo imposible es la meta de la Ingeniería.
- Ha sugerido que los seres humanos, o sus antecesores, existían hace miles de millones de años, creo que se ha pasado en dos órdenes de magnitud por lo menos. Los antropólogos no se ha puesto de acuerdo todavía en cuánto lleva en este planeta nuestra especie, siendo los más optimistas los que opinan que hace entre 5 y 7 millones de años que surge el antecesor común con chimpancés. Como especie, algunos dicen que dos millones de años, otros que menos. Como especie capaz de controlar el fuego, sería más adecuado hablar de unos pocos cientos de miles de años.
Al final no me ha quedado claro si usted ve positivo los adelantos tecnológicos en materia de salud o no.