Gripe aviar, macrogranjas y ganadería regenerativa
El pasado miércoles 9 de febrero, técnicos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación confirmaban la presencia de un brote de gripe aviar en una macrogranja —entendamos por macrogranjas a las granjas intensivas con miles de cabezas de ganado en la misma instalación— en el municipio vallisoletano de Íscar; el resultado: 130.000 gallinas sacrificadas. Por su parte, Greenpeace, haciéndose eco de la noticia, ha calificado la ganadería industrial como "una auténtica bomba de relojería", mostrándose claramente en contra de este modelo de producción que, según la ONG, "está poniendo en jaque la salud del planeta y también de las personas".
Este ha sido solo uno de los seis brotes de gripe aviar detectados en granjas de nuestro país en lo que va de año, brotes que, en total, se han cobrado la vida de alrededor de 270.000 animales. Sin embargo, la Subdirección de Sanidad e Higiene Ambiental del Ministerio reitera que por ahora no hay constancia de que el subtipo H5N1, del que se ha detectado los brotes tanto en España como en otros países europeos, tenga capacidad zoonósica suficiente como para transmitirse al humano, aunque sí recomienda minimizar el contacto con las aves afectadas. Recordemos que en 2009 vivimos una pandemia de gripe A (subtipo H1N1) que, si bien solo se cobró la vida de cuatro personas en nuestro país —un chiste en comparación con el coronavirus—, nos demostró, una vez más, que los virus en animales pueden acabar mutando y transmitirse al humano (en el caso de la gripe A, esta mutó, entre otras, de la gripe aviar y la gripe porcina). La situación que estamos viviendo actualmente bien nos vale para saber que debemos ser precavidos con estos virus aparentemente inofensivos, pues, cuando menos nos lo esperamos, nos vemos obligados a pasar meses sin salir de nuestras casas.
Hace 12 años también era normal encontrar carteles como este por la calle.
Volviendo a las declaraciones de Greenpeace, podemos plantearnos el hecho de que las macrogranjas puedan suponer un peligro real para nuestro país, siendo el foco de una nueva epidemia. Pues bien, para nuestra fortuna, vivimos en un país desarrollado, por lo que los controles veterinarios en las granjas de explotación tanto intensiva como extensiva son exhaustivos. Estos controles, que según el Concejo General de Colegios Veterinarios son "diarios", han permitido que, desde que se tiene registros, no se haya dado ningún caso en el que las granjas fueran un foco de enfermedad infecciosa, ni en nuestro país, ni en países de nuestro entorno.
Paralelamente, y a raíz de las declaraciones acerca de las macrogranjas del ministro de Consumo, Alberto Garzón, hace ya más de un mes, el mismo consejo de veterinarios recalcó que las granjas españolas de cualquier extensión respetan la normativa vigente y, por tanto, velan por el bienestar del medioambiente y la sostenibilidad. Sin embargo, ¿es respetar la normativa sinónimo de respetar el medioambiente?
A día de hoy, las únicas granjas obligadas a declarar sus emisiones de gases contaminantes en nuestro país son las porcinas y las avícolas, aunque el Gobierno está estudiando incluir en esta obligación a la ganadería bovina. El registro de estos datos se recoge en el Registro Estatal de Emisiones y Gases Contaminantes, donde podemos comprobar que, en 2020, solo las explotaciones porcinas sumaron 99 millones de kilos de metano emitidos a la atmósfera. Sin embargo, son las emisiones de amoniaco, en especial las de las granjas porcinas, lo realmente preocupante. Desde el 2010, las emisiones de este gas contaminante han superado de media en un 27% el techo establecido por la normativa europea para este tipo de emisiones, fijado en 353 millones de kilos al año. Por otro lado, el numero de granjas de mayor tamaño (Grupo 3) ha aumentado en un 50% durante los últimos 15 años, por lo que también ha aumentado proporcionalmente la cantidad de residuos generados por los animales y, por ende, la contaminación de las aguas subterráneas y superficiales (el Gobierno estima que alrededor del 40% de los acuíferos españoles están dañados). La magnitud del problema es tal, que a finales del año pasado la Comisión Europea llevó a España ante el Tribunal de Justicia Europeo por la escasas medidas tomadas ante la contaminación del agua por nitratos (a causa tanto de la ganadería como de la agricultura).
Desde 2007 las granjas de Grupo 3 (las de mayor tamaño) han aumentado su número casi un 50%.
Ha quedado claro que simplemente "cumplir la normativa" —de forma aparente, porque en algunos casos, como hemos visto, esto ni siquiera ocurre— no es suficiente para garantizar la sostenibilidad de las explotaciones ganaderas y preservar el medioambiente. Ante esta situación, surge una prometedora alternativa: la ganadería regenerativa.
Lejos de ser un método novedoso, la ganadería regenerativa se basa en desplazar el ganado continuamente; hacer que este, una vez haya pastado una zona del campo, se traslade todo junto (esto es un requisito fundamental) hacia otra zona. Esto permite que se de tiempo a la zona pastada para regenerarse y que el propio pasto de los animales, sumado a los deshechos del ganado (no tan concentrados como en la ganadería intensiva), fertilice los campos y ayude a que el nuevo pasto crezca con más fuerza. Tanto en la teoría como en la práctica, esta ganadería por ciclos de pastado es totalmente beneficiosa, tanto para el animal, como para el medioambiente. No obstante, creer que este tipo de ganadería, que en realidad es extensiva, puede ser una alternativa viable a las macrogranjas actuales es de todo menos realista.
Un ejemplo de ganadería regenerativa lo encontramos en El Baldío de Talaván, una finca situada en los Llanos de Cáceres.
El modelo de producción y consumo en el que nos encontramos inmersos actualmente (al menos los países desarrollados), precisa de abastecer a la población con inmensas cantidades de alimentos de forma continua y casi instantánea. Un sistema de producción fundamentado en la ganadería extensiva no podría mantener el ritmo de abastecimiento que la propia población requiere y, en caso de poder hacerlo, los costes económicos que acarrearía una bajada de la productividad (la ganadería extensiva es por esencia menos productiva que la intensiva) afectarían directamente al bolsillo del consumidor, lo que, en un mundo en el que para la mayoría el dinero va antes que la salud del planeta, sería razón suficiente como para que este modelo ganadero no proliferara.
Es obvio que nuestro sistema de producción actual, y más en concreto el sistema ganadero, no es sostenible, pero cambiar únicamente de tipo de ganadería no es la solución. De hecho, probablemente la única solución pasa por modificar completamente el sistema de producción de alimentos de la mitad de países del mundo, lo que, por muy esperanzador que pueda sonar, se plantea como una tarea casi inalcanzable —no hay más que ver cómo, una y otra vez, los países no respetan los objetivos acordados en las cumbres del clima—. Muy a nuestro pesar, poco podemos hacer para que la situación cambie —aunque ese poco siempre es bienvenido—. Al fin y al cabo, el mismo sistema capitalista que amenaza con ser la perdición de nuestro planeta es el que nos ha llevado a estar donde estamos como especie... no todo iba a ser bueno.
Espero que les haya gustado esta entrada un tanto menos científica y más medioambiental, a veces viene bien un cambio. Como siempre, no se olviden de dejar su comentario aquí abajo. Nos vemos dentro de una quincena :)
Tienes razón al decir que las aguas subterráneas están contaminadas fundamentalmente por causas antropogénicas, y concretamente relacionadas con la agricultura. Pero ello es debido a la falta de profesionalidad que hay en el mundo agrícola. Hay profesionales que se dedican a ello, los ingenieros agrónomos. Estos profesionales se encargan de hacer más productivas las empresas agropecuarias, pero tienen también la obligación de hacer que sea compatible con el respeto al medio ambiente, gastando menos recursos, tratando de no contaminar. Pero en España no se exige estudios de impacto elaborados por los profesionales competentes en la materia. A veces ni siquiera proyectos técnicos ni de rentabilidad.
ResponderEliminarHola. Muy interesante tu reflexion. Pero déjame hacerte una serie de consideraciones que creo deben matizar varios de tus comentarios. Empezando por el final: los temas ambientales deben abordarse desde la ciencia. Precisamente los problemas (y los comentarios desafortunados, aún mucho más peligrosos) surgen cuando las cuestiones ambientales se abordan desde la ideología y de espaldas al conocimiento científico. Este fué el caso de las desafortunadas declaraciones del ministro Garzón, que consiguió unir en su contra a todo el sector ganadero español. Es cierto que Green Peace apoya este tipo de declaraciones, pero también lo es que los que las realizan viven de espaldas a la realidad ganadera. Pero, para no caer en lo mismo que critico, vamos con ideas objetivas: las emisiones de las macrogranjas son inferiores a las de otro tipo de ganadería mas extensiva si las expresamos por kilo o litro de producto ganadero. Esto es así porque al estar más tecnificadas son más eficientes, por lo que, al consumir menos recursos para producir lo mismo, generan menos emisiones. También las gestión de los residuos, al contar con economía de escala, puede ser más eficiente que una granja de tamaño intermedio. Luego comentaré la ganadería en pastoreo. Esta labor de optimización es la que realizan los ingenieros agrónomos. Otra cosa es que no exista la vigilancia necesaria y a las macrogranjas, o al resto de las granjas, se les permita incumplir la normativa. No te quepa duda que es muy exigente y, si se cumple, asegura la protección ambiental. Como muy bien cuestionas, veces no se cumple la sostenibilidad de la ganadería al fallar la parte económica, pues los precios que perciben los ganaderos son muy bajos lo que compromete su rentabilidad. Pero el que no exista la debida vigilancia no es ya un problema de las macrogranjas sino de un control ambiental ineficiente. Y de ahí las reiteradas multas de Europa a España por incumplir las directivas respecto a los nitratos.
EliminarEn tu escrito hablas de la gripe aviar, pero no mencionas que es un brote detectado en aves salvajes, siendo precisamente una de las recomendaciones para evitar su generalizacion, la de evitar el contacto de las explotaciones ganaderas con las aves salvajes. Está claro que estás bien informado pues mencionas en tu escrito esta recomendación, aunque sin mencionar a las aves migratorias. Por ello, por ejemplo, las gallinas ecológicas criadas en suelo suponen mayor riesgo que las de las explotaciones intensivas. Ademas, el riesgo se maximiza cuando la población está mucho tiempo en estrecho contacto con las aves. Esto se minimiza en las explotaciones muy tecnificadas. Por ello en Europa están prohibidos los mercados con animales vivos y hay que sacrificar en los mataderos. Como ves, al analizar los problemas complejos con conceptos objetivos encontramos que parte del "conocimiento generalmente difundido" carece de base científica.
Por último (porque no quiero aburrirte) me gustaría que consideraras que el término técnico para el.pastoreo que describes es el de "pastoreo rotacional". Considera además que sólo los rumiantes pastorean, pues los monogástricos que están en el campo no comen hierba (por ejemplo los cerdos criados en los encinares comen bellotas). Existe desde hace mucho tiempo bibliografía científica muy abundante que avala las bondades de este método de gestión del pastoreo. De nuevo, los "movimientos pseudocientíficos" se apropian de una idea cambiándola de nombre para así poder añadir sus propias considrraciones sin el debido fundamento científico. Como por tus acertados comentarios se demuestra que eres una persons curiosa e inteligente, te animo a que leas mas sobre estos temas.