Anticonceptivos, sexualidad y farmacéuticas
La pasada semana, la Universidad de Minnesota anunciaba a la comunidad científica que, después de años de investigación, había desarrollado finalmente una píldora anticonceptiva masculina no hormonal, que no solo previene el embarazo con un 99% de eficacia, sino que, además, no tiene efectos secundarios. Sin embargo, por ahora esta píldora mágica solo se ha probado en ratones, por lo que, si bien su llegada al mercado parece estar más cerca que nunca, todavía tendremos que esperar, al menos, un par de años.
La píldora anticonceptiva masculina, cada vez más cerca de volverse realidad.
Para desarrollar el anticonceptivo, los investigadores estadounidenses "atacaron" el "receptor de ácido retinoico alfa" (RAR-α), proteína que juega un papel clave en la formación de espermatozoides y el desarrollo embrionario. Después de evaluar casi 100 compuestos, identificaron uno, el YCT529, capaz de inhibir esta proteína en ratones, reduciendo drásticamente el conteo de espermatozoides en los roedores y, por tanto, actuando casi a la perfección como anticonceptivo. Que en unos años los hombres podamos recurrir a estas píldoras para prevenir el embarazo es, cuanto menos, una buena noticia. Sin embargo, ¿por qué hemos tenido que esperar hasta 2022, sabiendo que las primeras píldoras para mujeres datan de los años 50?
La píldora anticonceptiva para hombres, cada vez más cerca.
Frente a los innumerables métodos anticonceptivos con los que cuentan las mujeres (píldoras, parches, aros uterinos, etc.), los hombres solo disponen del preservativo y la vasectomía para evitar el embarazos no deseados. Esta clara diferencia de opciones tiene más de un porqué, pasando por la concepción machista de la sexualidad femenina y el papel de la mujer en el embarazo, así como por las bajas opciones de mercado que las farmacéuticas ven en los anticonceptivos masculinos.
Por un lado, está claro que la mujer, a ojos de la sociedad, debe soportar el grueso de tener un hijo. Esta visión cuanto menos machista de la mujer como madre es la principal razón por la que la mayoría de métodos anticonceptivos son destinados a ellas. Al fin y al cabo, si la mujer es la que tiene el embarazo, ¿por qué no iba a ser ella la que soportara la carga de evitarlo? Además, ¿por qué las mujeres sí deben estar sujetas a cambios hormonales tras tomar la píldora, mientras que los hombres, de existir una para ellos, sería no hormonal y estarían libres de efectos secundarios? Podemos seguir haciéndonos preguntas que, cuantas más hagamos, menos sentido cobra esta desigualdad de opciones.
Por otro lado, como explica el ginecólogo Modesto Rey, vocal de la Sociedad Española de Contracepción: "La iniciativa privada no ve necesario avanzar en la píldora masculina y conseguir la equiparación de responsabilidad". Esto nos deja claros dos puntos: que el hecho de recurrir a métodos anticonceptivos es toda una responsabilidad que recae, como hemos explicado, sobre las mujeres primordialmente; y que las farmacéuticas, lejos de querer velar por la igualdad y por el acceso a los métodos anticonceptivos, miran siempre por sus bolsillos.
En 1951, el investigador mexicano, Luis Ernesto Miramontes, desarrolló la primera píldora anticonceptiva.
Y es que, lamentablemente, la salud depende de la economía. Esto lo hemos podido comprobar de primera mano con el coronavirus. Mientras que en los países más desarrollados las farmacéuticas no paraban de crear nuevas vacunas contra el virus y producir millones de dosis al día, los países más desfavorecidos, nuevamente, se quedaban fuera de esta élite sanitaria a la que solo los ricos pueden acceder. En la mayoría de países africanos, por ejemplo, los índices de vacunación apenas superan el 15% de la población, lo que demuestra, una vez más, que salud y dinero van de la mano.
África, una vez más, es el continente más atrasado en medidas sanitarias derivadas de la pandemia.
Esta relación entre dinero y salud también es extrapolable a los propios países en sí. Un claro ejemplo es Estados Unidos. Como es bien conocido, en el país norteamericano el servicio sanitario es exclusivamente privado. Esto conlleva que tu seguro médico y, por tanto, tu salud, dependa de tu nivel adquisitivo. Son infinitos los casos en los que, por ser atendidos después de accidentes o enfermedades graves, los pacientes se endeudan inevitablemente ante los casi millonarios precios que tienen que pagar por los servicios recibidos, servicios que, siguiendo una lógica básica, deberían ser gratuitos.
Como hemos visto, aspectos tan primordiales de nuestra vida como lo son la salud y la sexualidad están influidos por agentes externos que apenas podemos controlar y que tienen nombre propio: "farmacéuticas". Al final, vivimos en un mundo capitalista, para lo bueno y para lo malo, por lo que el dinero lo mueve y controla todo, aún cuando ese todo es tan necesario como la salud.
Una vez más, espero que les haya gustado esta entrada. Dejo por aquí un corto podcast, "La salud es cosa de ricos", en el que se relaciona la supervivencia al cáncer con el poder adquisitivo del paciente. No olviden dejar su comentario. Nos vemos dentro de quince días :)
¡Hola! Me ha gustado mucho tu entrada y creo que tienes toda la razón. Por un lado, la responsabilidad del embarazo ha recaído siempre sobre las mujeres debido al mahismo y, por tanto, la vasta mayoría de métodos anticonceptivos han sido destinados a ellas, causando una desigualdad de opciones. De hecho, entre las opciones disponibles para las mujeres están los métodos hormonales, de los cuales las pastillas anticonceptivas son los más populares. Sin embargo, también son estos los que cuentan con una infinita lista de efectos secundarios (dolores de cabeza, náuseas, sangrado intermenstrual, presión arterial elevada, entre muchos otros), no como aquellos que se les ofrece a los hombres.
ResponderEliminarPor otro lado, pienso que es incoherente la privatización de la salud en una sociedad capitalista, pues este sistema se debe preocupar por la salud de sus trabajadores - si enferman, no pueden desempeñar sus funciones y generar beneficios económicos, que es de lo que se alimenta el capitalismo - en lugar de mantenerse al márgen de ello.
En sanidad, como en otras cuestiones, no todo el mundo piensa igual. Lo que en España nos parece que son servicios básicos como la sanidad, la justicia o la educación en otros países no lo son y hay que pagar por ello. ¿Locura? Desde nuestro punto de vista por supuesto, pero no pensemos que nuestro punto de vista es el único posible.
ResponderEliminarPor otra parte no entiendo tu postura respecto a las farmacéuticas. ¿No pueden decidir sus líneas de investigación con la idea de producir los medicamentos que curen las enfermedades que crean poder curar? ¿No es lícito que busquen el beneficio económico con ello? Si no tienen libertad para ello, no se producirán nuevos medicamentos. Entonces, ¿que investigue el estado, en estos asuntos, como en ese millar de enfermedades que todavía nadie ha siquiera considerado? Yo prefiero que sea la iniciativa privada la que promueva la generación de nuevos medicamentos, y sea el estado el garante de que dichos medicamentos sean realmente efectivos. Igual que pienso que, ante enfermedades raras, el estado debe buscar medios de financiar su investigación, o hacer que sea ventajosa para los investigadores
En cuanto al asunto que planteas del anticonceptivo para el hombre, me parece un buen asunto, pero, ¿en qué tipo de relaciones? Parece muy interesante en las relaciones de parejas estables, pero no así en las relaciones esporádicas, casuales, o con desconocidos. En una pareja estable lo normal es que las decisiones sean consensuadas y compartidas, ya sea para elegir un mueble, cambiar la cocina o decidir si quieres tener relaciones sexuales con propósito de procreación o simplemente de placer y como muestra de cariño o afecto mutuo.
Pero no me imagino a un varón sin pareja estable y con encuentros casuales con mujeres, conocidas o no, preocupado por el posible embarazo de su pareja coyuntural. Igual soy antiguo, pero la verdad es que no me lo imagino tomándose una pastilla periódicamente para no dejar embarazadas a sus futuras parejas informales, a veces desconocidas, intrínsecamente inciertas. Tampoco veo a una mujer que tiene relaciones esporádicas dejando al criterio de un varón, desconocido o no, la responsabilidad de evitar un embarazo no deseado. Y todo esto sin contar con que, al adoptar este método de anticoncepción, es más que probable que se relajen otros (como los preservativos) y, con ello, proliferen nuevamente las ETS.